domingo, 9 de octubre de 2011

Alejandro de la Sota y Miguel Fisac


La primera entrada en mi blog se debe al trabajo de Historia que vamos a hacer a lo largo del cuatrimestre, el tema trata, tal como se muestra en la entrada, de dos grandes arquitectos españoles Alejandro de la Sota y Miguel Fisac.

Para empezar vamos a hablar sobre Alejandro de la Sota, fue hijo de un ingeniero militar y topógrafo de origen santanderino, Alejandro de la Sota Martínez nace en Pontevedra el 20 de octubre de 1913 «en una casa de piedra», y educa sus dotes artísticas en el entorno propicio de una familia acomodada y culta, comenzando entonces el dibujo de caricaturas a la manera de Castelao . Después de cursar los dos años preceptivos de Matemáticas en la Universidad de Santiago de Compostela, el joven Sota se traslada a Madrid para estudiar arquitectura, una dedicación que interrumpe el estallido de la Guerra Civil en el verano de 1936. Al terminar el conflicto reanuda sus estudios en la escuela madrileña, titulándose en 1941

 Entre 1941 y 1947 trabaja para el Instituto Nacional de Colonización, un organismo creado en la posguerra para planificar los asentamientos rurales en las zonas de nuevos regadíos.


  En 1952 se casa con Sara Rius, una joven muy hermosa que le dará siete hijos, y entre ese año y 1956 interviene en varios concursos para edificios públicos cuyas demandas funcionales y simbólicas inclinan su arquitectura hacia la abstracción. Esta etapa de preocupaciones plásticas culmina con el proyecto del Gobierno Civil de Tarragona.
Hace un viaje a Berlín que le pone en contacto con la última arquitectura europea e ingresa en la Escuela de Arquitectura como profesor, estos tres acontecimientos de 1956 que, en resonancia con el fracaso económico en el país del modelo autárquico, abre un proceso de reflexión crítica que aparta a Sota del esteticismo formalista. Al final de la década, la sequía profesional le mueve a opositar a la Dirección General de Correos, donde obtiene plaza de funcionario en 1960. 

El desarrollo económico de los sesenta impulsa la carrera de Sota: se inician las obras largamente pospuestas de Tarragona, y en Madrid comienza la construcción de la central lechera Clesa y del gimnasio Maravillas (una de sus grandes obras), dos realizaciones de factura fabril que le permiten extender el diálogo con la ingeniería que había iniciado pocos años antes en los talleres aeronáuticos de Barajas. Sota pide en 1964 la excedencia en Correos, dispuesto a dedicarse plenamente a su propio despacho. En aquel clima de optimismo social y tecnológico, inicia la exploración de la prefabricación en hormigón, que ensaya en viviendas unifamiliares e intenta extender a desarrollos residenciales en tapiz, como los proyectados en el Mar Menor y en Orense. Sin embargo, ninguno de ellos se construye, y a esta decepción se añaden al término de la década dos fracasos que dejan gran huella en el arquitecto: el concurso de Bankunión, un edificio de oficinas en la Castellana madrileña, donde no tiene éxito su refinado prisma miesiano de vidrio; y la oposición a una cátedra de Proyectos en la Escuela de Arquitectura, donde sufre un revés que le aleja de la enseñanza para siempre. 

Su depresión de comienzos de los setenta le hace regresar a Correos en 1972 (en este mismo año recibe el premio nacional de arquitectura por las aulas y seminarios de la universidad de sevilla), y ya no dejará el trabajo de funcionario hasta su jubilación. En esta última etapa de balance y retirada, su obsesión es «la caja que funciona», un contenedor progresivamente inmaterial en continuidad con la propuesta de Bankunión, que tiene su mejor expresión en dos proyectos no realizados, la sede de Aviaco y el museo de León, y que está también en el origen de sus dos grandes obras para Correos, el Centro de Cálculo de la Caja Postal en Madrid y el edificio de Correos en León. La misma voluntad de levedad funcional se percibe en sus proyectos residenciales de esta época, la mayor parte de los cuales no llegará a existir fuera del papel. En sus años postreros se superpone el reconocimiento público, clamoroso ya a finales de los ochenta, con el deterioro físico y el dolor producido por la muerte de su hijo arquitecto. Poco antes de morir Alejandro de la Sota firma su último proyecto para el colegio Maravillas finalmente muere el 14 de febrero de 1996. 





                                                                                         Alejandro de la Sota


                                                  Gobierno Civil de Tarragona
(consta de distintos bloques que albergan un programa de viviendas y un edificio principal)


                                              Gimnasio Maravillas


                          Facultad de Matemáticas, Sevilla

Miguel Fisac es el otro gran arquitecto español del s.XX del cual va a tratar el trabajo, nace el 29 de septiembre de 1913 en Daimiel. Se graduó en la escuela de arquitectura de Madrid consiguiendo el premio especial de fin de carrera en 1942, en este mismo año hace el proyecto de la Capilla del Espíritu Santo en Madrid, en la que predominan los elementos arquitectonicos españoles de aquellos años. 
En 1949  hace un viaje a los paises nordicos, allí se verá influido por la arquitectura de aquellos paises, y por lo tanto a partir de ahí se preocupa por la calidad de los materiales mezclado con la esencia de lo popular y con un planteamiento personal en el que se busca la construcción humanizada  y el alejamiento de los criterios formales y esteticistas. Este tipo de arquitectura se verá reflejada en su obra posterior: el Instituto Cajal de Microbiología de 1951.

En 1952 gana la Medalla de Oro de la exposición internacional de Arte Sacro en Viena, a causa de la iglesia de Arcas Reales, en Valladolid, en esta obra Fisac crea un espacio religioso basado en dos muros que convergen hacia el altar.
En 1955 dará una vuelta al mundo pasando por Estados Unidos donde visitara a Richad.J Neutra.
En 1960 hará investigaciones y patentará el hormigón tensado y postensado, al cual le buscará sus cualidades expresivas y estructurales. Esto caracterizará su obra realizada en los siguientes años, el Centro de Investigaciones Geológicas (1960), el Centro de Estudios Hidrográficos de Madrid (1960) y unos años más tarde la Pagoda (1965), esta última fue derribada en 1999 sin motivo alguno, esto causó una gran revuelta por parte de los arquitectos, ya que se consideraba una gran obra. El propio Fisac declaró que la Pagoda no la hubiese echado abajo ni una bomba atómica.
En 1971, tras muchas investigaciones Fisac patenta el encofrado flexible.
A partir de esta fecha, tras varios proyectos, recibe en 1994 la Medalla de Oro de la Arquitectura (CSCAE), el premio Antonio Carmuñas de Arquitecura y por último en el 2003 el Premio Nacional de Arquitectura.
Miguel Fisac muere el 12 de mayo del 2006 en Madrid a causa de una embolia.
                                          Miguel Fisac

                           Iglesia de Arcas Reales

               Centro Hidrográfico de Madrid

                      La Pagoda


 

                  Iglesia de Punta Umbría 

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